7.10.12

Tecnología aplicada a la discapacidad


Que estamos viviendo una auténtica revolución tecnológica durante este S XXI nadie lo pone en duda: Móviles que han evolucionado del teclado y pantalla en blanco y negro a pantallas táctiles con gran definición, aplicaciones y sistemas operativos variados, tablets o robots que nos ayudan en las tareas domésticas serían algunos ejemplos.


El hombre no existía cuando nació la tecnología, hace unos 2,5 millones de años atrás. Fue un antecesor nuestro, el Homo habilis que fue el primero en dar uso a ciertos materiales y así aparecieron las primeras herramientas. Con el paso de miles de años llegaron las máquinas, los robots... y actualmente podemos observar una enorme velocidad de cambio en las nuevas tecnologías, debida a la convergencia tecnológica o unión de tecnologías para llegar a un mismo objetivo.


Uno de los últimos logros que han conseguido los científicos dentro de este tiempo de convergencia tecnológica es casi obra de ciencia ficción: han logrado que una mujer pueda mover un brazo robótico a su voluntad, gracias a su actividad cerebral. La mujer se llama Cathy Hutchinson, de 53 años, y vive en Attleboro (Massa­chusetts, EE UU). Hace 11 años, Cathy sufrió un ictus cerebral que la dejó tetraplégica y sin habla. 

Ahora, gracias a las nuevas tecnologías, ha sido capaz de mover un brazo robótico y por lo tanto de acercarse cosas, mediante sus funciones cerebrales. El bloqueo de un vaso dejó sin riego su tallo cerebral, la parte del sistema nervioso que conecta el cerebro con el resto del cuerpo. Ahora esa conexión se ha restablecido gracias a un minúsculo sensor, implantado en una zona específica de la superficie de su tronco cerebral, debajo del cráneo. El sensor lleva unos diminutos electrodos de apenas un milímetro, y que recogen los susurros de un grupo de neuronas que planifican y ejecutan los movimientos de los brazos. 



¿Cómo se ha producido esta conexión robot-cerebro? Los electrodos conectados al cerebro de Cathy recogieron las señales y las enviaron por cable a un ordenador. Un programa las descodificó y tradujo en instrucciones que la mano robótica podía entender. De esta forma, enchufada a un cable y a través de una máquina, la mujer aprendió a controlar el brazo y la mano artificiales con solo pensarlo. Cathy imagina en su mente que el brazo la obedece, y en un ejercicio lento y suave el brazo desciende, gira y la mano agarra con firmeza el recipiente. Cathy se acerca el vaso, del que sale una paja, y sorbe el líquido. “Beber ese café fue lo primero que logró hacer por sí sola en 15 años sin tener que depender de otras personas”, explica el profesor John Donoghue ,neurocientífico de la Universidad de Brown en Rhode Island (EE UU), cuyo laboratorio explora la manera de conectar el cerebro humano a una máquina.

Cathy no es el único caso que ha provado esta nueva tecnología; Rob Summers quedó parapléjico a los 25 años. A pesar de ello, un estimulador eléctrico implantado en su médula le ha permitido, con entrenamiento, el milagro de sostenerse de pie durante algunos minutos, e incluso dar pasos en una cinta para correr. 

Los dispositivos de interfaz cerebro-máquina ya están funcionando en voluntarios que sufrieron una lesión medular. Muestran un camino hacia la recuperación de la libertad que perdieron. Los pacientes pueden tardar meses en coger una bola, pero hay un futuro prometedor para ell@s.

Para más información podéis consultar el siguiente artículo de El País, en el que explican otros casos parecidos al de Cathy Hutchinson.

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