¿Por qué no ardieron los cipreses? Eso se preguntan expertos botánicos frente a los hechos sucedidos el pasado mes de Julio en Andilla,
Valencia. Durante un incendio que duró unos 5 días, unas 20.000
hectáreas quedaron arrasadas por el fuego dejando un paisaje desolador,
pero en medio de todo el estropicio, quedaron intactos un grupo de 946
cipreses, especie foránea a la zona, que fueron plantados hace 25 años
dentro del proyecto europeo CypFire. Dicho proyecto pretendía evaluar el
impacto de este árbol en la zona respecto a su tolerancia a las
heladas, la sequía y la
producción de madera y polen. La resistencia al fuego era inicialmente
un aspecto más.
El hecho no ha pasado desapercibido entre la comunidad científica, y
menos en un verano como este, en el que se han quemado más de 132.000
hectáreas,
y que en algunos casos afectó a espacios protegidos y provocando la
muerte de ocho personas. Los incendios más destacados han sido alrededor
del país ( y gran parte en Catalunya!): en Fragas de Eume (Coruña) , Rasquera
(Tarragona), Andilla (Valencia), Cortes de Pallás (Valencia), La Jonquera (Girona), Tenerife
y La Gomera. La
lista es más larga, como aparece en la página de Greenpeace España.
La
explicación de porqué es tan resistente al fuego es aún un enigma para
los investigadores, pero se barajan varias teorías. El ciprés
mediterráneo es una especie dura, que acumula pocas ramas
muertas en su suelo y que tiene una capa de mantillo (hojarasca) delgada
y compacta que conserva la humedad. Esto explicaría, según el
departamento de Árboles Monumentales de la Diputación, por qué las
llamas no penetraron por las zonas más bajas, pese a que el barranco de
Herbasana no se ha limpiaba en una década. Pese a que los ejemplares
estaban juntos, el fuego no avanzó por la
parte alta. Solo ardieron 12 árboles (1,26% del total), que evitaron la
expansión del fuego. Las llamas, además, apenas provocaron la
deshidratación de sus hojas. El ciprés, además, es una especie que
dificulta que se propague el fuego
pero también obstaculiza que crezcan otros árboles y plantas. La
hojarasca de los cipreses desprende una sustancia que acidifica el suelo
(similar a la de los eucaliptos) lo que impide que crezca nada debajo,
con lo que el fuego no tiene combustible, y evita también que el árbol
se queme rápido, porque además tiene una copa muy densa.
La
opinión está dividida entre los expertos, de si se debe utilizar esta
especie como cortafuegos y plantarla para repoblar bosques y también como
cortafuegos en urbanizaciones(zonas con viviendas), como medida de
prevención, dadas las características de esta especie.
Por otro lado, Raúl de la Calle, del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales comenta: "El ciprés es una especie poco
combustible, pero de ahí a que no se queme…No hay ningún árbol
ignífugo”. Tampoco aprueba el proyecto de los cipreses Nicolás López, botánico y técnico de conservación de especies de Seo Birdlife. “Introducir una especie que no es autóctona es un error, altera el ecosistema y perjudica al resto de la flora”, dice.
El 27 de septiembre se reunirán una treintena de expertos
internacionales para abordar el enigma de los árboles incombustibles
para intentar resolver esta cuestión y ver si realmente los cipreses se
pueden usar como cortafuegos o si el hecho ocurrido en Valencia ha sido una casualidad. Para más información podeís leer este artículo del País.
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